En el valle de cimas abrazadas
palpita esta casa.
Bastión de silencio,
sus grandes soldados
son madera y calma,
luces y pinturas,
libros y paisajes,
proverbiales mesas
que abastan de paz
almas devastadas.
Aquí el arte de ser
simple ser humano
se gesta en la blanca
frescura de inviernos,
maduros otoños,
primaveras claras,
estíos que pacen
senderos de años
de aguas remansadas
y días de euforia.
Aquí quien reposa
nutre el cuerpo y arma
las pétreas defensas
de un eterno ahora.
Rosario Curiel.