La escritura de una vida. Si de verdad os interesara lo que os quiero explicar, debería escribir que Albert Corretgé nació en 1934 y Ángel Piulats 1954. Que comparten maestros y casualidades, e incluso proximidad geográfica. Pero no os diré nada de eso. La vida verdadera no es un registro de actos y fechas, ni siquiera la evaluación de una trayectoria. La biografía es el reverso de un cuadro. Toda vida es una búsqueda. Toda vida de pintor es la búsqueda del instante que contemplamos: para llegar han sido necesarios desayunos y caminos, despertares, maridajes de colores, vuelos de mano que se mueve con las alas del espíritu. Los pintores son caminantes que buscan rincones que hablan. Cuando los encuentran, detienen brevemente sus vidas ante la obra que surge. Terminado el lienzo, enmarcado en las dosis de cotidiano que necesita la carga de electricidad resultante de la comunicación surgida entre el interior del artista y el mundo de fuera, las horas se vuelven suaves hasta que se tensan de nuevo ante el prodigio de la realidad. Y se repite el proceso en el que el tiempo del pintor se convierte en el espacio del cuadro. La vida son estos momentos eternizados, y la sucesión de otros momentos que los animan, momentos fosilizados que son los que, erradamente, se suelen recoger en las biografías, cuando es bien fácil darse cuenta de que, un pintor, de los hilos de las telas teje el haz de sus días.

Rosario Curiel.

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